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Philomé Obin: El maestro pintor que capturó el alma de Haití

Aug 6

2 min de lectura

El 6 de agosto de 1986, Haití despidió a uno de sus artistas más venerados, Philomé Obin. Nacido en 1892, la notable carrera de Obin abarcó casi ocho décadas, consolidando su legado como figura clave en las artes visuales haitianas. Desde que comenzó a pintar a los 16 años, Obin dedicó su vida a capturar la esencia de la cultura haitiana: sus ritmos cotidianos, sus luchas políticas y su espíritu perdurable.


Artista en el estudio (Fuente: Haiti Inter)
Artista en el estudio (Fuente: Haiti Inter)

Aunque trabajó como barbero y comprador de café durante gran parte de su vida, la devoción artística de Obin nunca flaqueó. Representó meticulosamente la arquitectura y los paisajes del norte de Haití con una perseverancia discreta que reflejaba la resiliencia de quienes lo rodeaban. Su gran éxito artístico llegó a mediados de la década de 1940 cuando DeWitt Peters lo invitó a unirse al Centro de Arte de Puerto Príncipe. Esta invitación no solo transformó la vida de Obin, sino que también dio a conocer su visión única al público internacional.


Campesinos saliendo al mercado (Fuente: Sociedad de Arte Haitiana)
Campesinos saliendo al mercado (Fuente: Sociedad de Arte Haitiana)

A Obin se le atribuye la fundación de lo que se conocería como la "escuela de Cabo Haitiano", un estilo pictórico distintivo descrito por la crítica como "pseudorrealismo mágico". Sus composiciones, fácilmente reconocibles, presentan hileras de casas adosadas con azulejos, aleros protectores, puertas alargadas con postigos, figuras sencillas pero expresivas, y arcadas enmarcadas por las montañas de Cabo Haitiano. A través de esta meticulosa mirada, Obin narró tanto la vida cotidiana como momentos extraordinarios de la historia de Haití. Su obra incluye poderosas alegorías como "Trois générations" (Antes, Durante y Después de la Ocupación Estadounidense) y conmovedoras representaciones del martirio de Carlomagno Péralte, cada una plasmada con precisión y urgencia narrativa.


En 1948, Obin y otros maestros del norte recibieron el encargo de pintar dos murales monumentales, La Crucifixión y La Última Cena, para la Catedral de Sainte Trinité en Puerto Príncipe. Estas obras se mantuvieron como firmes afirmaciones de la identidad haitiana hasta que se perdieron trágicamente durante el devastador terremoto del 12 de enero de 2010.


La influencia de Obin trascendió con creces su vida. En 1976, el presidente Duvalier le otorgó el máximo galardón civil de Haití. Su legado artístico continuó a través de su hermano Sénèque, sus hijos y nietos, y una generación de protegidos que continuaron las tradiciones de la escuela de Cabo Haitiano. Hoy en día, sus pinturas se conservan en importantes colecciones de museos de Estados Unidos y Europa, donde siguen siendo testimonio de la cultura y la memoria colectiva de Haití.


La vida y la obra de Philomé Obin siguen siendo un testimonio perdurable del poder del arte para documentar, inspirar y transformar. Con cada pincelada, narró la historia de Haití: su belleza, sus luchas y su espíritu inquebrantable.

Aug 6

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